lunes, 24 de febrero de 2020

Hemeroteca de sucesos: Precognición literaria. 19/02/2020

Está claro que la realidad tiene una capacidad para generar noticias con potencial para la inspiración con una velocidad radicalmente superior a la que mía para redactar las entradas correspondientes, porque ya tengo cuatro borradores para la sección de Hemeroteca de Una Biblioteca Rolera. De modo que voy a tratar de darle salida por lo menos a una de ellas esta semana.

Cada vez que la humanidad es golpeada por un acontecimiento de extrema gravedad e impacto surgen informaciones acerca de supuestas advertencias o coincidencias que podrían habernos puesto sobre aviso. En la historia reciente tenemos cosas como los atentados del 11-S y 11-M, el tsunami de Indonesia, el accidente nuclear de Fukushima... de modo que, ante el estallido de lo que podría ser una pandemia del coronavirus originado en China, no debería ser sorprendente que también ocurriera otro tanto.

El año 1981 se publica en Estados Unidos la novela The Eyes of Darkness, del escritor de novelas de suspense y terror Dean Koontz, bajo el pseudónimo de Leigh Nichols. En ella se narra la historia de una madre que, un año después de la extraña muerte de su hijo y todos sus compañeros durante un campamento de verano, comienza a investigar si éste sigue vivo tras recibir numerosas advertencias de que podría estarlo por varios e inquietantes medios. 

AVISO DE SPOILER: Finalmente descubre que su hijo permanece confinado en una instalación militar secreta, pues es el único ser humano que ha sobrevivido a la infección de un virus artificial denominado Wuhan-400, desarrollado en 2020 en un laboratorio a las afueras de la mencionada ciudad, y llevado a los EEUU por un científico chino. El Wuhan-400 es un arma biológica desarrollada como combinación de 400 microorganismos artificiales es considerado un "arma perfecta" pues sólo afecta a los seres humanos, no puede sobrevivir fuera del organismo por más de un minuto y muere con su anfitrión una vez que la temperatura del cadáver desciende por debajo de lo 30º. Tiene una tasa de mortalidad del 100% (con la excepción de Danny, el niño superviviente) en un máximo de 24 horas. El virus migra al tejido cerebral, donde comienza a segregar una toxina que acaba con las funciones automáticas del cuerpo.


Las similitudes con el actual brote del coronavirus Covid-19 son obvias: año 2020, ciudad de Wuhan, un virus letal... la conspiranoia está servida.

Este tipo de premoniciones literarias son llamativas, pero no tan absolutamente infrecuentes. La novela de 1898 Futility narraba el naufragio de un gran barco de pasajeros tras el coche contra un iceberg en una noche de abril, adelantándose 14 años a la tragedia del RMS Titanic. Deuda de honor, de Tom Clancy, contaba en sus páginas como un grupo terrorista japonés estrellaba un avión 797 de pasajeros contra el Capitolio de Washington, algo que no conseguiría hacer Al-Qaeda el 11-S porque el avión que lo tenía por objetivo fue derribado (no así el resto). Y así se pueden encontrar unas cuantas más.

Y ¿cómo conseguir transformas esto en la semilla de una aventura? Vayamos con algunos ejemplos:

Cultos Innombrables: Ante el paulatino avance de la infección fuera de las fronteras del gigante asiático, y de su inminente expansión en los países occidentales, la OMS, en colaboración con las agencias de salud de cuantos países puedan sumarse, decide crear un organismo dedicado íntegramente al estudio y prevención de la infección. Entre sus numerosos integrantes se encuentra el Dr. Otto Lundburger, quien planea atacar la investigación desde otra perspectiva: la de los Mitos. Lundburger, un estudioso de lo oculto, sospecha que Koontz es un portador del Signo de Voor y que eso le haya permitido obtener un atisbo del futuro, por lo que reúne a un grupo de sus afines para que acudan a investigar al escritor. Sin embargo, lo cierto es que Koontz obtuvo ese conocimiento tras intercambiar temporalmente su cuerpo con el de un miembro de la Gran Raza de Yith.

Hombre Lobo: Las cifras oficiales dicen poco y callan mucho, pero no pueden contar lo que no saben: que los Garou también se cuentan entre sus víctimas. Varios clanes enteros han sido borrados del mapa en cuestión de semanas por culpa del brote infeccioso, y queda claro que existe un oscuro poder espiritual detrás de la virulencia del brote. Los Garou creen ver con claridad las insidiosas hebras del Wyrm Profanador en todo ello, pero poco a poco comienzan a sospechar que el Wyrm únicamente está aprovechando el resultado de los esfuerzos de otro actor de la guerra encubierta del Mundo de Tinieblas. China celebra el comienzo del Año de la Rata, y los Ratkin son especialistas en el uso de enfermedades como medida de control de la población humana. O ¿y si fuera algo aún más siniestro? ¿Y si los murciélagos, identificados como posibles vectores del virus, señalasen en otra dirección, hacia otros protagonistas vejados y olvidados? ¿Y si el escritor fuese un Parentela perdido con una fuerte conexión hacia sus ancestros, y un portal hacia sus funestos planes?

Walküre: Aunque su actividad principal es la de escribir sus bestsellers, Dean Koontz es un  conspiracionista consumado, y en ocasiones entrelaza sus argumentos con elementos que considera parte de conspiraciones reales. Una vez coincidió con una mujer que le aseguró haber trabajado para la CIA en el estudio y desarrollo de planes de contingencia para atacar a grandes potencias rivales, de forma que sus estructuras quedasen severamente dañadas. Uno de dichos proyectos fue el germen de la idea para The Eyes of Darkness, aunque nunca llegó a considerarlo realmente en serio. No obstante, poco después de declararse el brote, durante unas vacaciones pagadas en Europa por su editor, Koontz es abordado por agentes de un servicio secreto europeo para tratar de obtener más información. Se verá obligado a formar parte de un grupo operativo de agentes con la misión de localizar a la "Mujer X" para tratar de llegar hasta el origen del virus y la forma de combatirlo antes de que desestabilice el delicado equilibrio entre potencias.

Para finalizar, como guinda de la entrada, un último dato curioso. Al parecer, en la primera edición de la novela el virus se llamaba Gorki-400, pues tenía su orígen no en China, sino en Rusia, algo bastante acorde con la situación política del mundo por aquél entonces. Pero posteriormente, en 1989, y ya al final de la Guerra Fría, Koontz reeditó su novela ya bajo su propio nombre, momento en que aprovechó para cambiar de enemigo.

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